Durante los
años que viviste en Madrid subiste a esta montaña 17 veces. Lo sé porque las he contado, todas tus salidas
anotadas en un cuaderno que conservaré toda mi vida, porque era parte de la
tuya y guarda en su interior tu enorme pasión por la montaña.
Hoy estás
de nuevo en La Maliciosa. Cada paso que he dado para llegar hasta aquí lo he
dado contigo. Y lo he hecho para cumplir lo que te prometí, lo que te escribí la
noche que acababa de dejarte al otro lado de un cristal en un edificio triste y
vacío, en la oscuridad.
Por
ti, Miguel, para emular tu compromiso y tu palabra. Porque sé que este es tu
sitio, al raso; el viento, libre; el espacio, inmenso.
Toda
tu vida comprometido: por la República, por los derechos de los trabajadores,
contra el fascismo, por la recuperación de la memoria histórica, por la
autodeterminación de los pueblos. Causas, reivindicaciones, momentos de lucha
por un mundo mejor.
Toda
tu vida compartiendo: música y fútbol con los amigos (tu Athletic querido, el
Bilbao aquí en Madrid, 44 años de socio), asambleas en La Libre, calles en el
15M, cervezas, risas, montaña (siempre tus montañas ¿verdad?). Muchos clubes en
tu vida (Padura, Goikogane, Standard, Peñalara, Senderos y Picos, Grupo de
montaña de Euskal Etxea Madrid, Pegaso, La Fuenfría…). ¡Tantos compañeros que
vivían contigo esta pasión!. No puedo ni imaginar todo el esfuerzo, satisfacción,
compañerismo, amistad y libertad que compartiste con ellos.
Toda
tu vida con entrega: la que mostrabas ahora, junto a amigos especiales, para
dirigir vuestro club, La Fuenfría. Para que vuestro nombre no se perdiera, sino
que creciera, para contagiar a otros vuestra forma de ser libres. Sé que les
duele tu ausencia, que te recuerdan y añoran. Con ellos, 3 meses de consuelo, apoyo
y compañía. Para ellos, de corazón, mi agradecimiento.
Aurelio, ya lo sabes, mi reconocimiento y, para siempre, gracias.
Resumo
tu vida en tres párrafos, con prudencia, con sosiego, con admiración. Dicen
tanto; pero es tan poco. Porque acercarse a ti, vivir contigo, era saborear tus
besos, tus abrazos, tu cercanía. Conocer también tus sueños e ilusiones.
Tus miedos y dudas, tus secretos.
Compartirlos para vencerlos, comprometernos para seguir creciendo.
Por
ti, Miguel, estamos tantos hoy aquí. En este espacio abierto que podremos
divisar desde la distancia, que buscaremos con la mirada cuando estemos cerca, que
caminaremos sin olvidarte, que se mantendrá en el tiempo para cobijarte.
Hoy
no soy la socia que te despidió en La Libre. Soy yo, tu Toli; soy Patri, tu
viuda, y aquí estoy para despedirme de ti. Adiós amor, amigo, compañero, amante,
confidente. Te agradeceré siempre haberme hecho mejor persona y desear seguir
siéndolo, haberme mostrado que hay que escuchar y cuidar a los amigos, que hay
que vivir la vida, que siempre hay que luchar todos juntos. Me quedo con la
felicidad que compartimos, con tu recuerdo, con el orgullo de haberte conocido.
Hasta
siempre Miguel!
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